Por motivos de trabajo paso 3 semanas al mes en Logroño, por lo que no tuve mas remedio que llevarme algo que poder volar allí. Después de ojear un poco la ciudad y sus zonas verdes, descubrí un lugar ideal para poder matar el gusanillo (el de volar se entiende...). Amplio, seguro y además cerca de casa. Es el Parque de los Enamorados, una gran extensión cubierta de césped donde aterrizar cómodamente, con zonas de paseo y otra más descuidada, por donde no pasa la gente y sobre la que puedo volar sin molestar.
Esta es la zona que utilizo para volar.
Después de la genial experiencia volando en ladera el ParkMaster, se me antojaba probar algo nuevo con el. Ya en Valladolid, empezó a picarme un poco el tema de volar de noche. De hecho su primer vuelo inaugural fue así. Pero hasta el momento solo había volado bajo farolas. Así que me hice con unos bastoncillos de luz química y me fui a testear la noche del lunes, sobre las 22 horas.
Bajo una farola.
Alejado de la farola
Y así es tal y como se veía el Park Master.
Lamentablemente no tengo imágenes del vuelo porque me encontraba sólo en el lugar. Pero puedo garantizaros que volé igual que si fuera de día, sin escatimar ninguna maniobra, y resultando un aterrizaje perfecto como pocos...
Recomiendo probarlo, porque aunque puede parecer más complicado, se disfruta el momento, y al aterrizar como vas con más cuidado, te sorprendes de lo fácil que resulta sin ver el suelo. El vuelo se vuelve mucho más intuitivo.
(Todas las imágenes fueron tomadas tras aterrizar, lo cual demuestra que no hubo percances, jajajaaa).